Nos sorprenden las innovaciones, la inteligencia artificial y el machine learning aplicado a la agroindustria y nos maravillamos por los niveles de complejidad y especialización que logran, pero toda la orquesta de los desarrollos biotecnológicos necesita las condiciones para ensamblar a sus diversos actores.
El éxito de estos proyectos dependerá de la inversión a largo plazo y la creación de un marco regulatorio adecuado.
Es fácil reconocer los beneficios de fomentar la investigación y el desarrollo biotecnológico, pero para que se hagan realidad es necesario crear incentivos para la inversión privada en este campo.
Los proyectos biotecnológicos suelen requerir inversiones significativas y plazos de desarrollo extensos. Para que estos proyectos lleguen a buen puerto, es fundamental contar con políticas públicas que brinden previsibilidad y estabilidad a los inversores, tanto nacionales como transnacionales.
El enorme potencial de la biotecnología argentina tiene horizontes plenos para transformar muchos sectores, desde la medicina y la agricultura hasta la industria y la energía.
La semilla: Un caso testigo
Recientemente, en la sede nacional de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), más de 30 referentes del sector agroindustrial se reunieron a compartir intereses, intercambiar avances y promover desarrollos locales. Todos compartieron la perspectiva de que Argentina requiere objetivos claros y coordinación eficiente para lograr despegar el potencial biotecnológico del país.
Por su lugar estratégico, la industria semillera es origen y terminal de muchas investigaciones relevantes, nucleando campo y ciencia, técnica y tecnología, donde la planificación y la previsibilidad tienen que ir a la par.
Nicolás Gear, Presidente de ASA se expresó sobre el tema: “Los proyectos biotecnológicos que hoy están comenzando a desarrollarse verán la luz cerca del 2040, debido a las inversiones, procesos de desarrollo y normativa regulatoria en bioseguridad, inocuidad y mercados. Una política de estado de largo plazo y un adecuado marco normativo que impulse esos proyectos dará previsibilidad a los actores públicos, privados, nacionales y transnacionales”.
ASA se ha destacado en ese rol integrador desde la industria semillera, trabajando para contribuir al diseño de una política pública que contemple el fortalecimiento del marco regulatorio e institucional. Desde el productor, los técnicos, los investigadores y obtentores, hasta toda la red comercial que despliega la industria semillera, comparten el objetivo de que se viabilice la innovación y su relevancia para el desarrollo sostenible, con la rentabilidad que garantice su continuidad y crecimiento.
Previsibilidad: la clave de los desarrollos biotecnológicos
La cadena de actores y factores en torno a las inversiones en biotecnología incluyen procesos de desarrollo biotecnológico, normativas regulatorias de bioseguridad, inocuidad y mercados, también tiene que cumplir su rol el Estado en la promoción de la biotecnología, contemplar el impacto socio-económico y concretar las colaboraciones internacionales.
Para la coordinación de toda esa actividad, nada mejor que reglas claras y que cuiden los intereses necesarios para el largo plazo.
En mayo de este año, ASA difundió su documento Posición ASA: Protección de desarrollos en la industria semillera que te invitamos a leer. Los primeros enfoques ya abordaban el tema directamente, destacando como indispensable:
- La previsibilidad a la inversión, incentivando la investigación y la innovación, promoviendo el desarrollo de las cadenas productivas a través del comercio de semillas de calidad.
- Que se construya sobre la normativa existente a nivel nacional, en el marco de los acuerdos internacionales, multilaterales y regionales vigentes en la materia.
- Que se mantenga la coexistencia de los sistemas de protección vigentes y la plena observancia de los derechos de propiedad intelectual por ellas reconocidos en el marco de los acuerdos internacionales.
Las ganas de avanzar encontrarán su cauce, los beneficios pueden hacer la diferencia y las diferencias no deben anteponerse a los beneficios de todos, porque la complejidad es grande pero el premio también.