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Fitomejoramiento: El mundo pregunta y la semilla responde

Fitomejoramiento: El mundo pregunta y la semilla responde

El desarrollo tecnológico, los años de investigación y las técnicas aplicadas al mejoramiento genético vegetal (fitomejoramiento), convirtieron a las semillas en mucho más que un insumo, ya es un capital biológico y un activo estratégico. Ocurre a nivel mundial y nuestro país está sentado en la mesa grande de la innovación. 

En Argentina hay alrededor de 2600 empresas dedicadas al fitomejoramiento y la producción de semillas, 340 obtentores de variedades, 900 multiplicadores de semillas, 700 comercializadores y más de 100 laboratorios y centros de investigación, que emplean cerca de 120.000 personas, colocando a la industria semillera entre las más relevantes de la agroindustria nacional.

Pero la realidad impone su marco: la superficie de tierras destinadas a la agricultura se mantiene en el 37,5% del área terrestre mundial desde los años 70, mientras que la población mundial se incrementó en 3000 millones de personas desde los 70 hasta hoy. 

Para satisfacer esta demanda inédita de alimentos hay una participación fundamental del fitomejoramiento y las buenas prácticas agropecuarias orientadas al aumento sustancial de la producción. Se desarrolló como una solución innovadora y se impuso como todo un modelo productivo. La aplicación intensiva de conocimiento sobre recursos naturales, técnicas y prácticas agropecuarias, lograron un estándar de producción e industrialización capaz de generar masivamente productos de calidad, rentables y sustentables.
       

La semilla como capital biológico

Todos los bienes de capital biológico mundial se basan fundamentalmente en mejoras genéticas en vegetales, animales, la microbiología del suelo y el uso de enzimas.

La industria semillera argentina hoy resguarda un capital biológico con impacto directo en la producción de alimentos, fibras y energía. El potencial genético expresado en la semilla se traduce en beneficios para toda la cadena agroindustrial, que se expanden desde la organización productiva hasta la prestación de servicios de alto valor agregado.

En este contexto, Argentina tiene la posibilidad de consolidar el desarrollo sustentable del sector semillero, poner en valor la diversidad y la dinámica que ganó una indiscutible relevancia económica apoyada en un sistema científico-técnico de amplia tradición local y la aceitada interacción público-privada. 


La semilla, como todo capital, encuentra sus propios desafíos y se lanza a la conquista de oportunidades únicas.


Los desafíos exigen mejorar el marco normativo para el sector, facilitar el acceso a financiación para el crecimiento, lograr consensos en objetivos comunes para el desarrollo de la industria y asegurar que las tecnologías lleguen a todos los productores, incluso a los más pequeños, siempre respetando los derechos de propiedad intelectual de las creaciones fitogenéticas.

Las oportunidades encerradas  en la semilla como capital biológico implican la generación de valor agregado y exportaciones a nuevos mercados, debido a las características naturales superlativas que posee Argentina en el campo de la agricultura y la producción de alimentos, materias primas y biocombustibles.

La semilla como activo estratégico

Ya no hay manera de pensar en el crecimiento agropecuario sin involucrar las ventajas potenciales desde la semilla, porque no hay ningún buen plan que pueda ignorar el mejor punto de partida posible. En esto radica la fuerza estratégica del fitomejoramiento.

Cuando en 2021, especialistas de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), el mayor organismo de cooperación multilateral entre países iberoamericanos, analizaron el potencial del sector semillero argentino, coincidieron en que las semillas son un bien estratégico y no simplemente un insumo. Fueron más allá, consideraron a la semilla como un bien social y un instrumento indispensable para planificar cualquier desarrollo que pretenda la inclusión y la equidad entre sus actores y señalaron algunas claves para potenciar el carácter estratégico de las semillas:

  • Acompañar el rumbo de la producción mundial de alimentos para comprender las demandas de los consumidores y traducirlas industrialmente en productos del sector agropecuario.
  • Conocer y anticipar las demandas de los productores respecto a sustentabilidad y reducción del impacto ambiental.
  • Promover las condiciones de equidad que garanticen al mercado de semillas recibir los frutos económicos de esos 10 a 15 años promedio invertidos en centros de investigación y desarrollo en todo el país.
     

Lo que pide el futuro

El presente confirma que la Argentina tiene un gran potencial para la producción de alimentos y que las semillas de alta calidad son un factor clave para la evolución de la producción agrícola. Pero ¿Cómo mirar lo que viene?


Los especialistas de OEI han elaborado algunos de los ejes que podrían garantizarle un futuro próspero a la industria: 

  • El desarrollo científico y tecnológico, hacia la multiplicación y variedad de herramientas más precisas y eficientes.
  • Contemplar el límite biológico, que en ocasiones implica décadas desde la investigación hasta el desarrollo y la aplicación de cada herramienta biotecnológica dependiente de los tiempos que impone la naturaleza.
  • Coordinación de roles para la colaboración y regulaciones eficientes entre las instituciones de investigación, los productores y el Estado.
  • Financiación a favor de los ciclos virtuosos, potenciando a obtentores, productores y toda la cadena de valor, con criterios que garanticen la inversión en innovación, derechos de obtentores y la rentabilidad final.

El futuro de la industria semillera ya se está manifestando; se asoma como demandas sobre la producción, desafíos industriales, nuevos marcos regulatorios o promesas que parecen lejanas. La relevancia del fitomejoramiento reafirma el compromiso semillero por seguir el pulso de la historia y el rumbo de la humanidad desde la proa de la agroindustria y las nuevas tecnologías.

 

El artículo está basado en el informe: "El potencial del mejoramiento vegetal. En la búsqueda de sustentabilidad y seguridad alimentaria" Autor: OEI, Observatorio CTS. Papeles del Observatorio Nº 19. Enero 2021.

Dicho informe puede descargarse desde la biblioteca de publicaciones de ASA.

 

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